A todos nos encanta disfrutar del tiempo libre, y a nadie se le escapa que participar en actividades de ocio repercute positivamente en nuestro bienestar y en nuestro estado de ánimo. Pero ¿somos realmente conscientes de todos los beneficios que conlleva gozar de un tiempo de ocio de calidad sobre la salud física y mental a corto, medio y largo plazo?
Existen multitud de estudios epidemiológicos, desde diferentes perspectivas (sociológica, económica y psicológica) y en diferentes países, que correlacionan el tiempo y las actividades de ocio con mayores niveles de salud física y bienestar psicológico.
¿Es lo mismo la cantidad que la calidad del tiempo libre?
Si bien es cierto que los estudios de los que estábamos hablando se han llevado a cabo en países como Estados Unidos, China, Turquía, Corea del Sur o Japón –y, por lo tanto, en diferentes culturas–, debemos tener en cuenta que todos ellos corresponden a contextos en los que las personas trabajan jornadas laborales extensas o muy extensas.
Por eso muchos autores han utilizado el número de horas de tiempo libre –horas no laborales– como medida objetiva de ocio. Y han relacionado esta proporción de tiempo con variables vinculadas a la felicidad y la calidad de vida.
En principio, la mayoría de los estudios apuntan a que no es tan importante la cantidad de horas de tiempo libre como la calidad y la satisfacción percibida del uso y disfrute que se hace de este tiempo. Eso sí, cuando se trata de vacaciones, la duración de los periodos de descanso parece ser un factor clave para nuestra salud física a largo plazo.
¿Cualquier actividad de ocio tiene el mismo impacto?
Más allá de los numerosos artículos que relacionan los beneficios del deporte y el ejercicio físico sobre la salud y el bienestar de las personas, hay otras actividades que le sientan bien a nuestro cuerpo y nuestra mente.
Sin ir más lejos, un estudio reciente realizado en una muestra de más de 10.000 personas observó que las actividades de ocio que tenían un mayor impacto sobre la satisfacción y el sentimiento de felicidad de las personas eran viajar, participar en actividades culturales (como escribir, pintar, hacer fotografías o tocar un instrumento) y asistir a actividades sociales. En cambio, mirar deportes y actividades pasivas como la televisión, así como navegar por internet, impactaron de forma negativa en este bienestar.
Que las vacaciones sean largas y repartidas en varios períodos a lo largo del año (en lugar de concentradas) también es positivo. De hecho, se ha observado que las personas que disfrutan de períodos vacacionales más largos y más a menudo corren menor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Además, multitud de investigaciones avalan que irnos de vacaciones también aumenta de forma clara nuestros niveles de felicidad y bienestar emocional, observándose una disminución de síntomas depresivos y ansiosos.
Curiosamente, se ha observado también que estos efectos positivos sobre el estado de ánimo de los trabajadores aparecen hasta cuatro semanas antes del inicio del periodo vacacional. Es decir, que las mejoras sobre el bienestar emocional comienzan desde que empezamos a planificar y anticipar nuestras vacaciones.
Museos y teatro entre semana
¿Entonces tenemos que esperar a los periodos vacacionales para poder disfrutar de los efectos positivos del tiempo libre? No, en absoluto. Otros estudios realizados con diferentes muestras de sujetos han mostrado los importantes beneficios para nuestro bienestar del tiempo de ocio entre semana, que se compone, principalmente, de la participación en actividades culturales y artísticas, como ir al teatro, a conciertos, visitar museos, etc. Es decir, actividades de ocio activo, no pasivo.
Menos estrés y más interacción social
Uno de los comunes denominadores que aparecen en la mayoría de los artículos científicos es el impacto positivo que tiene el tiempo de ocio sobre la reducción del estrés. Parece importante tener en cuenta este dato, cuando varios estudios han mostrado que el 41 % de los empleados adultos señalan que normalmente se sienten estresados en su lugar de trabajo.
Otro de los factores a los que apuntan muchos autores para explicar los beneficios de las actividades de ocio sobre la salud y el bienestar es que, en muchos casos, implican la interacción y participación social con otras personas o grupos de personas. Desde el campo de la psicología, se considera el soporte social como uno de los principales factores protectores para la salud física y mental. Por el contrario, el sentimiento de soledad parece ser uno de los principales factores de riesgo para nuestro bienestar e incluso de muerte prematura.
Otro factor clave determinante en esta ecuación es la motivación intrínseca. Las conductas intrínsecamente motivadas son aquellas que las personas realizamos por el mero placer y la satisfacción de hacerlas, que no persiguen ninguna consecuencia externa, dado que la conducta en sí misma es el propio objetivo. Cuando las personas nos movemos por motivación intrínseca, aumentan claramente los niveles de bienestar emocional y psicológico, cubriendo, además, muchas de las necesidades psicológicas básicas como son la autonomía, la competencia y la afinidad, entre otras.
Finalmente, varios estudios indican que la percepción de una vida con sentido y propósito se correlaciona positivamente con una mejor salud física y mental, con una mayor participación social y también con una mayor longevidad. En este sentido, aquellas actividades de ocio que resuenan con nuestros valores o nuestras creencias estarían alimentando la percepción de una vida con sentido y contribuyendo a aumentar la esperanza de vida.
El ocio como derecho
Tomarnos unas vacaciones o, sencillamente, disfrutar de tiempo libre en días laborables puede reducir de forma clara el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y la muerte prematura que suelen llevar asociada. Pero también los beneficios psicológicos del tiempo de ocio tienen un impacto en nuestra esperanza de vida.
Vistos los múltiples beneficios a nivel de salud física y mental de los espacios y tiempos de ocio, deberíamos empezar a considerar que disfrutar de ocio de calidad debe ser un derecho y no un privilegio. Por lo tanto, debería estar al alcance de todas las personas, sobre todos de los colectivos más vulnerables, que son los que más claramente pueden verse beneficiados.
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