Por Ignacio Serrano
Vamos con la segunda de las tres entregas prometidas después de los cambios de peloteros ocurridos la semana pasada en la LVBP. Nos toca ahora ver qué ganan y qué pierden los Tiburones.
Dos figuras de nombradía pasaron de una divisa a otra. Junior Guerra, otrora orgullo de La Guaira, ahora lanzará con el Magallanes. Y Yangervis Solarte deja a los Navegantes para sumarse a los escualos.
Es un cambalache uno-por-uno. Y sin embargo, tiene gran peso mediático y deportivo. No tanto por Solarte, que desde hace años está ausente del beisbol venezolano. Pero sí por Guerra, que llegó a ser el abridor más dominante y cotizado del circuito local.
Ya veremos en una tercera columna el balance de los turcos. Suman una pieza que todavía puede ser valiosa y que quizás compense la pérdida de Erick Leal. Ahora toca enfocarnos en el debe y haber de los salados.
Los Tiburones pierden poco, si lo vemos desde el cerrado ángulo de lo sucedido recientemente. Aunque el traspaso no deje de ser una apuesta con final por determinar.
Guerra dejó de ser la estrella de antaño hace alrededor de un lustro. Las lesiones, sobre todo, le cobraron un costoso peaje. Pasó por el quirófano y perdió varias millas en la recta.
Ya no es el pitcher que subió a las Grandes Ligas gracias a su velocidad y al movimiento del slider y de su pitcheo de cuatro costuras. Sus números en la LVBP reflejan el descenso. Su última gran temporada fue la 2017-2018, con 2.98 de efectividad. Luego de eso, no ha podido bajar de 4.99 y su aporte en postemporadas ha sido más bien inocuo.
¿Le queda pólvora para disparar? En la respuesta a esta pregunta estará también la pista sobre cuánto pierde La Guaira. En todo caso, sobre eso hablaremos más en detalle en la siguiente columna, cuando veamos la apuesta del Magallanes. Pero sí hay algo claro: Guerra perdió estatus y sitial en la rotación de La Guaira.
Esto es lo que permite asegurar, a priori, que el guayanés no tenía un papel en el panorama futuro de los salados. Sin él se metieron en la final hace un año. Y prácticamente sin él salieron campeones en enero.
Cumplirá, además, 40 años de edad en noviembre.
Ojo, no quiero que esto parezca el cadalso donde sentenciamos a Junior Guerra. Hay buenos reportes de él en México, aunque sus números allá, ahora mismo, no sean brillantes. Lo que sí parece claro es su papel en la organización litoralense: dejó de ser una pieza fundamental. Y por tanto, sacrificarlo era menos costoso.
La verdadera cuestión para los Tiburones radica en saber si quien llega por el derecho vale tanto o más que él. Solo con frutos así, justificará la transacción. Y esto nos lleva a hablar de Yangervis Solarte y su actual potencial.
Solarte no juega en el país desde la campaña 2014-2015. Por aquel entonces era bigleaguer y pertenecía a los Tigres de Aragua. Luego de eso pasó a las Águilas del Zulia y luego al Magallanes, sin reportarse jamás. Llegó a ser una pieza cotizada. Pero no vimos sus mejores años aquí.
En el ínterin jugó en el Lejano Oriente y en México. Recibió permiso para ser parte del beisbol invernal en un circuito diferente a la LVBP. Cumplió 36 años de edad. Y ahora es reserva de La Guaira.
¿Cuánto le queda por dar a Solarte?
Acaba de ser despedido por los Algodoneros de Unión Laguna en la Liga Mexicana de Beisbol, al batear para .219 en 20 choques. Pero eso podría ser algo meramente circunstancial. Un mal momento a menudo desencadena la baja de un pelotero importado. Y es posible que reciba una nueva oportunidad en aquel circuito, según adelanta Tiburones Report.
Una segunda y eventual prueba allá nos diría más. Pero hay pistas que hablan sobre la capacidad ofensiva que todavía le queda a Solarte.
Bateó para .310 de average con .815 de OPS en México hace tres campeonatos. Mejoró a .317 y .970 en 2022. Y pese a ausentarse en 2023, los turcos le dieron autorización para jugar en invierno con las Águilas de Mexicali y allí ligó para .274/.348/.426.
Sacudió 20 jonrones en su último torneo completo de verano, con 34 años de edad. Largó 8 en su última justa invernal, entre noviembre y diciembre pasados. Ambas son cifras atractivas. Aunque vale matizar un detalle: el beisbol azteca suele inclinarse a favor de los bateadores, especialmente cuando se trata de la LMB.
Los Tiburones necesitan que Solarte conserve el poder que le hizo célebre entonces. No es un infielder de brillante defensiva, aunque pueda cubrir las esquinas del cuadro y eventualmente el left. Para pagar el precio de su adquisición, tiene que batear.
Jugar en el Universitario en parte será de ayuda. Contando sus visitas a Valencia, Macuto y Puerto La Cruz, la mayor parte de sus encuentros serán en escenarios de bateadores. Pero hay dos sombras que esperan resolución, antes de celebrar su incorporación.
La primera es más que obvia: ¿jugará? Porque desde hace casi dos lustros no viene a Venezuela. Uno supondría que le conviene y que desea hacerlo, porque pidió permiso para ser parte de la Liga ARCO del Pacífico en 2023 y luego viajó a LIDOM para ser refuerzo en enero. Pero es una duda que solo se resolverá cuando le veamos en Los Chaguaramos.
La segunda también es evidente: ¿cuánto le queda, tanto en tiempo como en potencial? Porque Solarte cumplirá 37 años de nacido en julio.
Este último dato es la prueba más clara de que estamos ante una apuesta de cortísimo plazo para la gerencia de los Tiburones. Si YANGERVIS SOLARTE puede responder al perfil de un LEONARDO REGINATTO, al menos durante una o dos temporadas, el canje estará pagado y muy bien pagado. Pero hay muy poco que especular aquí. Solo queda esperar a octubre y ver qué trae en el swing.
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Foto: Águilas Cibaeñas