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Felipe Berigüete y su familia llegaron a Valiente Adentro hace 35 años, y construyeron su primera casa en un terreno que ocuparon, hace 27. Ahora, el señor observa angustiado lo que quedó de su vivienda de dos niveles luego de que un gredar la destruyera, enviado por un hombre que hace un año atrás se había presentado con un supuesto título en mano, como dueño del terreno.

La impotencia lo consume, pero la resignación es mayor. Reconoce que no tenía papeles allí donde construyó su casa. Ahora vive alquilado en otra que corre la misma suerte. "Estamos atados de pies y manos", lamenta, visiblemente conmovido.

Los desalojos en asentamientos urbanos informales son apenas uno de los numerosos problemas que enfrentan miles de comunitarios que viven en los sectores que bordean la marginal de las Américas y que, durante décadas, han extendido la huella urbana sobre terrenos que nunca contaron con un plan de ordenamiento territorial.

Lo que inició como un interés de la gente en aprovechar su acceso a la principal autopista que conecta con el frente marítimo de Santo Domingo y el Aeropuerto Internacional de las Américas, ha terminado en la consolidación de varios sectores sobre un amplio territorio que adolece de calles asfaltadas, drenaje pluvial, electricidad regulada y acceso al agua potable.

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