Es un arte marcial 'silencioso' con posturas menos exigentes que las que se adoptan en yoga. La clave es la suavidad, con movimientos naturales, relajados, realizados con fluidez. Combina ejercicio físico y concentración mental.
Entre los ciclistas y corredores que invaden los parques, sobre todo ahora con el buen tiempo, abundan grupos de personas que, muy silenciosas, se distinguen por sus lentos y pacíficos movimientos. Son los practicantes de taichí, una disciplina que está de moda, pero que se remonta a la China del siglo XVII como arte marcial conectado con los principios de taoísmo y basado en mantenerse en contacto con la naturaleza.
Pero, ¿en qué consiste? Muchos lo bautizan como "me
Entre los ciclistas y corredores que invaden los parques, sobre todo ahora con el buen tiempo, abundan grupos de personas que, muy silenciosas, se distinguen por sus lentos y pacíficos movimientos. Son los practicantes de taichí, una disciplina que está de moda, pero que se remonta a la China del siglo XVII como arte marcial conectado con los principios de taoísmo y basado en mantenerse en contacto con la naturaleza.
Pero, ¿en qué consiste? Muchos lo bautizan como "meditación en movimiento", pues mezcla movimientos suaves con técnicas de respiración, concentración mental y relajación. Esos movimientos pueden adaptarse y practicarse al caminar, estando de pie o sentado. A diferencia del karate o el taekwondo, el taichí se centra en la fuerza silenciosa más que en el combate. Y, en comparación con el yoga, implica posturas menos exigentes. "El fundamento del taichí consiste en entender a la persona como un todo y mejorar el equilibrio y la comunicación entre los distintos sistemas el cuerpo", asegura Peter Wayne, director del Osher Center for Integrative Medicine y autor de The Harvard Medical School Guide to Tai Chi.
Actividades cotidianas
"Se puede asemejar a actividades de la vida diaria, como levantar las bolsas de la compra, empujar puertas para abrirlas o recoger cosas que se caen", prosigue el experto. Se trata, por tanto, de realizar sin pausas movimientos a cámara lenta respirando profunda y naturalmente, centrando la atención en las sensaciones corporales. "Esos gestos tienen nombres de acciones animales (por ejemplo, la grulla blanca extiende sus alas) o movimientos de artes marciales, como golpear ambas orejas. Son gestos normalmente circulares y nunca forzados, con los músculos relajados en lugar de tensos, con las articulaciones ni completamente extendidas ni dobladas y cuidando que los tejidos conectivos no están estirados", explican desde Harvard.
Hay diferentes estilos y maneras de practicarlo. Wayne recomienda empezar de la forma más simple, parándose detrás de una silla firme y apoyándose en ella. Luego, con cuidado, se trataría de balancear el cuerpo hacia adelante y hacia atrás tomando conciencia de cada parte del cuerpo y sus conexiones. "En algún momento", ya cuando se tenga cierta habilidad, "se podrá empezar a practicar movimientos o secuencias más complejos", apostilla.
Las investigaciones recogidas por los Institutos Nacionales de Salud -parte del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos y la agencia de investigación médica más importante del país- sugieren que practicar esta disciplina mejora la postura y la confianza, la manera de pensar y de manejar las emociones, así como la calidad de vida en general. "Algunos estudios encontraron que esta práctica podría ayudar a las personas con fibromialgia a dormir mejor y a sobrellevar el dolor, la fatiga y la depresión", agrega el organismo. La práctica regular también podría mejorar la calidad de vida y el estado de ánimo de personas con insuficiencia cardíaca crónica o cáncer. Además, según sus datos, repercute en la calidad del sueño y favorece el aprendizaje, la memoria y otras funciones mentales.
Con este telón de fondo, "bien podría llamarse medicación en movimiento" pues "cada vez hay más pruebas de que esta práctica tiene valor para tratar o prevenir muchos problemas de salud", concluyen desde Harvard Medical School.
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